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González Ledesma, Francisco
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Biografia

Redactor cap de “La Vanguardia” de Barcelona, i que abans ho va ser del Correo Catalan, és un veterà periodista que en altre temps va ser el novel·lista d'èxit més jove d'Espanya. Als 21 anys va obtenir el Premi Internacional de Novel·la, instituït per l'editor José Janés, i en el jurat del qual hi figuraven personalitats com Somerset Maugham i Walter Starkie. Però la censura franquista va prohibir reiteradament aquesta obra, Sombras viejas, reduint a l'autor, com a tants altres de la seva generació, al desànim i al silenci. Igualment va estar prohibida la seva segona novel·la, Los Napoleones, que només va ser possible publicar amb la transició política, i que com totes les de Francisco González Ledesma és una història barcelonina. Ha publicat un llibre de dret, El dret català actual, i les novel·les El expediente Barcelona (finalista del Premi Ciutat de València 1983) i Las calles de nuestros padres, on adquireix ple protagonisme i desenganyat policia Méndez, fill dels barris baixos i coneixedor impenitent dels barris més alts. Francisco González Ledesma és també advocat, premi de periodisme El Cérvol i premi Ciutat de Barcelona de cinema. Amb la seva novel·la Crónica sentimental en rojo ha obtingut el Premi Planeta 1984. La seva darrera novel·la porta per títol El pecado o algo parecido.

Obra

Expediente Barcelona

El pecado o algo parecido

La dama de Cachemira

Crónica sentimental en rojo

Los Napoleones

Soldados

Las calles de Barcelona

Documentació

Article publicat a “El Mundo” el 19/08/03 per Santos Sainz Villanueva

González Ledesma se consolida de la mano de la novela negra

Como ocurre desde hace ya dieciséis años, Gijón abre en julio su semana negra, centrada en ese tipo de novela que también se llama policiaca, criminal y de otras varias maneras. Es un género que antes tenía entre nosotros poco crédito, pero que ahora se revela como una de las posibilidades más prometedoras de una literatura que quiera aunar aventura y reflexión. Un tipo de novela que cuenta, además, con muchos lectores incondicionales y que ya disfruta de prestigio entre los medios académicos. Estas circunstancias animan a elegir una historia de esta clase como libro del mes, aunque también lo merecería sin ningún pretexto. En cualquier caso, el libro que aquí se propone no necesita excusas para su recomendación. Se trata de la nueva obra de Francisco González Ledesma, El pecado o algo parecido . La historia arranca con un original episodio: un caballero honorable muere en una casa de citas y para evitar complicaciones lo bajan a la calle y lo sientan en un banco de la plaza. Aparecen dos curas, toman al difunto como si estuviera dormido, lo meten en un coche y se lo llevan. Crimen y misterio. Con este sorprendente comienzo, González Ledesma descubre dos claves de la novela, una habitual en el género criminal al que pertenece, el misterio, y otra infrecuente, un atractivo tono esperpéntico. Poco después de ese suceso nos llega noticia de un horrible crimen cometido con sadismo. Ya tenemos el otro factor fundamental del libro, la violencia. Y a partir de aquí, según los cánones del relato criminal, avanza la historia hasta su desenlace con el esclarecimiento de los hechos y el castigo de los criminales. Y utilizo el plural porque varias son las tramas que componen el complejo diseño de corrupción y pasiones que dispone el autor para ilustrar su negativa visión de la naturaleza humana. El barcelonés Francisco González Ledesma (1927) es un narrador veterano y solvente que pone en juego su pericia narrativa y su destreza en el género policiaco en esta nueva novela suya. En ella retoma al policía Méndez, un personaje que responde al patrón del tonto-listo, pero al que traza con rasgos verdaderamente atractivos. Lo lleva y lo trae por varios escenarios (Madrid, Barcelona y París), lo coloca frente a situaciones delictivas muy complicadas y juega bien con sus cualidades de sabueso triste, discreto, honrado y recto para desvelar los motivos nada simples del comportamiento de los varios criminales que desfilan por la novela. Materialismo endémico En la bien trazada y convincente personalidad de Méndez, mezcla de escepticismo y pundonor, reside uno de los atractivos de El pecado o algo parecido. Con la cual, además, se despliega una crítica muy ácida de las relaciones humanas en la sociedad actual. Y esa crítica adquiere dimensiones de alegato social de extrema dureza por medio del rosario de delitos de toda clase cometidos en la obra. El resultado es desolador: el materialismo más craso, los instintos más primitivos, la inmoralidad más absoluta dominan la sociedad finisecular. Estos componentes y ese sentido no constituyen novedad sobresaliente en el género al que pertenece la novela de González Ledesma. Pero deben subrayarse los aciertos singulares del presente caso: un ambiente de corrupción descrito con plasticidad y eficacia, a pesar de que los diálogos entre Méndez y el principal de los criminales, un poderoso financiero, rocen la inverosimilitud; un nutrido grupo de personajes, algunos sólo entrevistos, pero otros dotados de profundidad psicológica. A estos materiales que conforman la trama hay que añadir algo más. Un punto de vista irónico que subraya los equívocos y la miseria moral dominantes en el mundo moderno. Y una facilidad para la lengua conversacional que produce momentos muy divertidos gracias a una buena mezcla del sarcasmo, el equívoco y el uso generoso de la escatología. Gran trayectoria González Ledesma, a pesar de su obra amplia y de sus cualidades de narrador, no ha obtenido el reconocimiento que alcanzan escritores con menos sustancia. Merece la pena leer El pecado o algo parecido. Tiene un frente débil: el argumento se enreda demasiado y, aunque el enigma de los crímenes se resuelva bien, con lógica y sin cabos sueltos, resulta algo complicado y en el tercio final del libro un poquito pesado. Pero este reparo se compensa con el desarrollo de una historia que pone en evidencia, por si alguien no se ha enterado, que vivimos en una sociedad sin valores superiores. El autor procura que se sepa, pero, por si algún despistado lee su novela por puro entretenimiento, se lo dice bien claro en las páginas finales: el sexo y el dinero son los príncipes de nuestro mundo.

Article publicat a “El País” el 12/04/03 per J. Ernesto Ayala-Dip

Los márgenes invisibles

En su necesaria La novela policiaca española, José F. Colmeiro encabeza uno de sus capítulos con dos citas. Una es de Juan del Arco y dice: "El detective no puede llamarse Fernández". Eso se afirma en 1948. La segunda cita es de Francisco González Ledesma: "Entre las muchas características más o menos discutibles de la 'novela negra' hay una que es indiscutible: describe una sociedad urbana concreta en un momento concreto, generalmente a través de ambientes que son muy conocidos por el autor". Respecto a la sentencia primera, no hay ninguna duda de que los pactos tácitos entre lector y autor excluían cualquier posibilidad de llamar a los detectives de ficción Fernández. Hubieran excluido también que se llamaran Petra Delicado, Carvalho o Méndez. Actualmente ningún lector ve peligrar las exigencias de verosimilitud sólo porque un policía acampe en una novela policiaca escrita en nuestro país llamándose Méndez, que es como se llama el detective de González Ledesma. Quien haya leído Crónica sentimental en rojo, conoce ya al célebre funcionario. Y sabe que su radio de movimiento incluye la sociedad urbana de hoy, una sociedad reconocible. No dudo que dos experiencias, la de periodista y la de conocedor profundo de las ciudades que plasma en sus libros, aporten a éstos ese grado de familiaridad sociológica que poseen sus novelas. Pero esas experiencias no bastarían si el autor barcelonés no aportara su instinto novelístico, el buen hacer del artesano inspirado, del escritor de historias punzantes, retratista de la nobleza humana y la miserabilidad moral. El pecado o algo parecido vuelve a poner en circulación al policía Méndez, ese "policía moderado por la Constitución pero en el fondo del viejo estilo". Su itinerario detectivesco, como sucede con los mejores detectives de ficción, es una exploración por las entrañas de la ciudad. A Méndez se le encarga que camufle un crimen cometido en Madrid. Hay que esconder nombres comprometidos. Pero surgen más cadáveres, más indicios de impunidad. González Ledesma trama bien. Sus personajes desgranan historias secundarias que sintonizan con el hecho crucial de la novela. Esas historias hacen emerger psicologías retorcidas, impregnan de cinismo y escepticismo los pensamientos, ayudan a definir los márgenes invisibles de las ciudades que se dan cita aquí: Madrid, Barcelona y París. Una frase como "hay que desear a una mujer mientras escribes una novela", puede que no tengan nada que ver ni con el deseo ni con el arte de la ficción, pero sí con el compromiso vital y con esa necesidad de genuino y árido lirismo que la novela negra se impone para resultar creíble y humana.

Article publicat al diari “Avui” el 27/03/03 per Jordi Cervera

Negra i amarga

Per aquelles coincidències de la vida, la darrera novel·la de González Ledesma arriba compartint catàleg i lapse temporal amb les d'Alicia Giménez Barlett i Andreu Martín, tres autors habituals de l'univers negre que gràcies a aquesta conjunció astral podrien servir per evidenciar una salut pública que el gènere està lluny de posseir. Després de viure moments d'imparable ascensió i de conèixer la mel de la popularitat i de la difusió a tots els nivells, la novel·la negra ha perdut força i les lleis implacables del màrqueting l'han acabat barrejant amb la resta de gèneres en un poti-poti general que li ha fet perdre exclusivitat i potser guanyar vendes a costa de renunciar a la identitat de gènere i a les etiquetes identificadores i diferenciadores. En qualsevol cas, i mentre Planeta va crear el seu premi de novel·la negra i Edicions 62 anuncia ara la recuperació de La Cua de Palla coincidint amb la celebració dels 40 anys de l'editorial, el cert és que El pecado o algo parecido arriba per reblar un clau que, com a mínim, torna a posar de manifest la qualitat indiscutible del seu autor. González Ledesma és, de fet, un cas rar en les nostres lletres. Després de guanyar el premi Planeta del 1984, l'editorial francesa l'Atalante s'interessa per la seva obra. Els viatges a França el posen en contacte amb Gallimard, que des d'aleshores li publica els seus llibres abans que surtin a l'Estat espanyol. A Internet els cercadors ofereixen al voltant de 15.500 pàgines on apareix en nom de l'autor i, d'aquestes, només 10 en espanyol, un fet que permet treure totes les conclusions que es vulgui. En qualsevol cas, el que compta és que Le péché ou quelque chose d'approchant es va editar l'any passat a França en traducció d'Isabelle Gugnon dins la col·lecció Le Noire , que ja ha vist també les obres anteriors de l'autor barceloní. Començant pel títol, el llibre és d'una solidesa i d'una bellesa fora de qualsevol dubte. González Ledesma ens acosta un comissari Méndez que creu menys que mai en la llei i que viu en un món que ha deixat de ser el seu, que l'angoixa i el desassossega, que li fa aflorar la part més amarga del seu caràcter i el porta a ser un observador encara més escèptic d'un espai que cada cop li va més gran i més costa amunt. Una senyora de 75 anys que estudia anglès a Madrid veu com uns capellans s'enduen el cadàver d'un home que estava assegut en un banc de la plaça. Aquest és el detonant per entrar en una nova aventura, si és que d'això que fa el comissari barceloní se'n poden dir aventures, del sempre peculiar Méndez. Un cop deslligat el punt de sortida de la novel·la, l'investigador amb nom de funcionari que cobra poc ha de fer mans i mànigues per tal d'aconseguir treure algunes conclusions i d'anar lligant caps en tot el camí de retallar i enganxar que ha de dur a terme gràcies al fet que els seus superiors ja no li assignen cap cas mínimament important i que ho ha d'anar fent pel seu compte, i això no sempre el porta al lloc precís durant el moment oportú, com passa amb la majoria dels seus col·legues literaris i cinematogràfics. De totes maneres, i mantenint una de les constants de la bona literatura de gènere, per sota de la trama ha de bullir un magma sòlid que ajudi a bastir el caràcter dels personatges i a presentar-los com un reflex de la societat en què viuen, convertint-los en una mena de joc de miralls des d'on sorgeixen crítiques socials i elements que van molt més enllà de la simple literatura d'evasió. A El pecado o algo parecido ens hi apareix un inspector Méndez encara més envellit (l'autor diu que amb el ritme que porta per escriure, serà l'últim lliurament) i aquest fet no és gens banal, ja que el converteix en un ésser molt més àcid i dur que de costum, un home que veu com la vida es transforma al seu voltant de manera inexorable, que s'adona que tots els referents que han format part de la seva vida, tant sentimentals com físics, han desaparegut, són a punt de desaparèixer o s'han transformat de tal manera que resulta del tot impossible identificar-los i, gairebé, associar-los amb el seu passat. Un exemple podrien ser les ciutats, entitats vives que juguen un paper força important en la narració. Madrid i Barcelona i, sobretot, les seves places i els seus carrers ajuden a entendre una relació entre personatge i entorn que és un apèndix prolongat de la manera d'entendre la vida de Méndez. Acostumat a veure com els carrers eren llocs amb personalitat, amb una capacitat innata per convertir-se en aliats o en enemics i que tots tenien el seu tempo particular, la seva personalitat intransferible, assisteix amb sorpresa i amb una certa desesperació no sempre ben continguda al canvi que promouen els temps nous. Els carrers comencen a ser només receptacles de persones, punts de pas de gent anònima que no es preocupa en absolut per perdre el temps cercant un punt d'humanitat, nexes de contacte, elements que els ajudin a crear vida. El pecado o algo parecido és una mena d'elegia a tot allò que desapareix engolit per l'acceleració vertiginosa del temps. Els polítics i la societat fan que les ciutats es deshumanitzin i aquesta nova condició, si no és la culpable d'un nou ordre, sí que complica molt la possibilitat de resoldre els problemes de la manera tradicional, que és la que Méndez coneix i domina. Parlar serveix cada vegada menys i potser per això els diàlegs entre l'inspector i els seus interlocutors es van fent més aspres, més violents, més amargs. Potser per això el mal deixa de ser absolut i perd els límits, deixant entreveure que ni els bons ni els dolents poden assolir el grau màxim, que no existeix res absolut, tret potser d'aquesta mediocritat canviant que s'apodera de la societat, que destrueix els valors tradicionals i que proclama ordres nous que ningú no sap ben bé com s'han d'afrontar. De totes maneres hi ha alguna cosa semblant al pecat, al mal, que obliga a rellegir amb atenció la novel·la de González Ledesma, que porta a buscar pels plecs de la història per descobrir-hi aquesta amargor profunda, un sentiment de decepció, de pèrdua de punts d'ancoratge que potser és encomanadís i que, per damunt de l'edat del receptor, es mostra com una veritat radical, com un fet inexorable del qual resultarà difícil escapar, per això, arribar al final vol dir no sortir-ne il·lès, vol dir rebre l'impacte profund i el regust d'una història negra i amarga com n'hi ha poques.

Article publicat a “El País” el 03/03/03 per Isabel Obiols González

Ledesma recuperará en Francia la novela censurada en 1948. El escritor catalán acaba de publicar El pecado o algo parecido Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) está de enhorabuena.

Hace poco ha publicado una nueva entrega de las andanzas del policía Méndez, El pecado o algo parecido ( Planeta), y escribe otra novela a partir del personaje. Además, espera ver publicada pronto la novela con que debió darse a conocer en 1948. Esa novela, Sombras viejas , fue censurada, y el autor, tildado de "rojo" y "pornógrafo". El libro se editará el año que viene en Francia. Si la reacción de los lectores es buena, la traerá a España. En El pecado o algo parecido , González Ledesma recupera en parte el título con que se presentó al Premio Planeta en 1984, que era La virtud o algo parecido y que fue cambiado cuando le concedieron el galardón por Crónica sentimental en rojo . "Consideraron que mi título era demasiado intelectual, pero a mí me gustaba mucho porque era equívoco", explica. "En esa novela la protagonista era una chica virtuosa, cuyas virtudes transgredía constantemente. En este caso, son personas que en vez de cultivar la virtud, cultivan el pecado. El protagonista es un banquero que presume de su cinismo y Méndez no cree absolutamente en nada. El juego de palabras salió porque nunca se sabe dónde está el pecado, dónde la necesidad y dónde está la corrupción moral del país". El paisaje humano y moral con que se topa esta vez Méndez está acorde con el que González Ledesma, presidente del Consejo de la Información de Cataluña, precibe en el país: "España, en estos momentos, es un país de medias verdades, de considerable cinismo, y hay una desorientación moral muy fuerte". Manuel Vázquez Montalbán le definió, hace años, como un "optimista de la operación de escribir". González Ledesma interpreta la frase: "Supongo que por un lado quería decir que no concibo la vida sin escribir. Yo fui rico, pero desgraciado, haciendo de abogado y pobre de ir tirando, pero rabiosamente feliz, en el periodismo. Si no escribiera novelas no encontraría un sentido a mi vida. Es que a mí hay muchas cosas que me han ido mal, como cuando por culpa de la censura no pude publicar y para ganarme la vida tuve que escribir muchas novelas populares. A pesar de ello nunca perdí el optimismo y seguí pensando que eso se acabaría y que algún día podría publicar libremente". Ha tenido que esperar, pero Sombras viejas , novela inédita durante largos años, aparecerá en 2004 en la editorial francesa L'Atalante. En el libro retrata la España del principio de la Guerra Civil a través de la historia de una chica. "Era la historia de Los cipreses creen en Dios , de Gironella, pero desde el punto de vista de los obreros de la calle", recuerda. "La releí un par de veces y me pareció tan romántica y tan limpia que pensé que quizás ahora la gente no la entendería. Pero se la di a leer a un crítico francés, que me recomendó eliminar la parte política y conservar todo lo demás. Según sea la reacción de los lectores franceses, la publicaré aquí", concluye.

Article publicat a “La Vanguardia” el 29/01/2003 per Lili Neuman

Banqueros y curas

Francisco González Ledesma nació a pocos metros de Manuel Vázquez Montalbán. Es una muy buena coincidencia que el creador del detective Carvalho y el creador de Méndez ­que empezó a escribir a los doce años­ hayan tenido de primer escenario real el Poble Sec. Y también la Barcelona que llega a la Rambla, y que por partes se resiste a ser jubilada, como el viejo policía de apellido soso, escogido adrede, acorde a un individuo fácil de ser considerado trasto inútil: en el cuerpo ni siquiera se toman el trabajo burocrático de echarlo y enviarlo a la jubilación de una vez. Ganador del premio Planeta 1984 con Crónica sentimental en rojo, autor de otros libros como El expediente Barcelona y La calles de nuestros padres, autor celebrado en Francia, hay algo impresionante en este texto, y de entrada: si bien la narrativa negra tiene como propio el lenguaje descarnado y la ironía, aquí la escritura es de una virulencia enardecida y la ironía es feroz. La edad biológica de un escritor no es señal segura ­o mecánica­ para determinar su talante. Lo cierto es que este libro mueve a dedicar un aparte a la biografía del creador de Méndez. Francisco González Ledesma nació en 1927, fue un niño que sobrevivió con su humilde familia a la Guerra Civil, un escritor prohibido por el franquismo. Ganador del premio Joven Literatura creado por José Janés, su problema fue que aquello sucedió en 1948 y Sombras viejas no pasó la censura. El libro contaba la historia de un estudiante de izquierdas. Su autor también lo era, y para costearse la carrera de Derecho ­y para seguir escribiendo bajo un régimen político que no iba a dejarlo en paz­ se dedicó a la narrativa popular, en la esplendorosa época de la editorial Bruguera: se convirtió en Silver Kane. Hoy la virulencia de su escritura es, eminentemente, joven. En este texto bravucón y elaborado, Méndez está en las últimas, en el cuerpo policial no lo quiere nadie y la Barcelona que él conoció tiene que buscarla con el olfato: “Había nacido la nueva Barcelona, la nueva Rambla de ejecutivos, y había desaparecido la vieja Rambla de los camioneros, pero también la de los poetas”. Sus tiempos de policía poco recomendable y sus amistades con prostitutas y gente tirada forman parte del pasado. Y aquí está él, un investigador de raza al que, pese a su obsesión por ir detrás de la verdad, no sólo no le encargan que descubra un caso de asesinato, sino que tiene que acudir inmediatamente a taparlo. Un señor de casa buena de Madrid es asesinado en un burdel de alto nivel, con una lista de teléfonos ilustres, “incluido alguno de la Moncloa”. Méndez llega a “tapar” el asunto, algo esperpéntico, porque hay testigos que han visto que el cadáver era transportado por dos clérigos. Además hay una viuda y una criada incomprensibles, y remotas relaciones que la agudeza de Méndez empieza a hilvanar. Esto es el principio de una serie de muertes. De Madrid a Barcelona, un poderoso banquero campea como un ego blindado detrás de una serie de asesinatos brutales y una red de viejos y nuevos engaños, con guardaespaldas ambiguos y prostitutas rehechas. El talante de la policía actual no hace más que insistir en que Méndez “tape”, y Méndez, a costa de sus propios ahorros, y por libre, investiga más y más. En esta novela que se fuga a los restos del pasado y describe espléndidamente el mundo de ciertos ricos actuales ­y describe un mundo actual en donde el antiguo régimen reaparece disfrazado de modernidad­, no queda una sola institución en pie. Sería de lamentar que Méndez se retirase del todo, en lugar de que su autor ­en tan buena forma de púgil peso pesado­ le dé una nueva oportunidad.

Article publicat a “El Periódico” el 07/12/02 per Maria Eugenia Ibáñez

González Ledesma novel.la la transformació de Barcelona

Francisco González Ledesma deu ser un dels pocs escriptors espanyols que primer publiquen fora i després al seu país. Ha venut a França més de 600.000 exemplars i hi figura en enciclopèdies, s'ha escrit la biografia del seu personatge de ficció --l'inspector Méndez--, i una editorial de luxe, Gallimard, té l'exclusiva sobre tota obra nova que surti del seu ordinador. Un dels títols de González Ledesma, La dama de Cachemira, va ser considerada la millor novel.la estrangera de l'any publicada a França. Després d'una dècada sense editar a Espanya, l'autor ha presentat El pecado o algo parecido (Planeta), que els francesos poden llegir des de fa un any.
L'obra és el sisè títol de la sèrie de l'inspector Méndez, home descregut, d'edat indefinida i relegat a l'ostracisme. González Ledesma (Barcelona, 1927) sospita que aquesta serà l'última novel.la en què aparegui aquest policia, perquè, sense voler- ho, el personatge se li n'ha anat de les mans i s'ha convertit en un home descarnat i cínic.
"Crec que el canvi de l'inspector --insisteix el novel.lista-- és l'efecte de la societat actual, a la qual li falten ideals, i no sé si això perjudica la novel.la".
Totes les obres de González Ledesma, les policíaques i les de contingut social, tenen un protagonista comú: Barcelona. L'autor --premi Planeta el 1984 amb Crónica sentimental en rojo-- assegura que crea els arguments a partir d'un carrer, d'un personatge o una situació que li criden l'atenció. A El pecado o algo parecido la trama gira al voltant de la mort en un prostíbul d'un home de qui després apareix el cadàver tirat en una plaça. El desenvolupament de la novel.la acaba sent el reflex dels pitjors perfils d'un sector de la societat barcelonina, "del cinisme dels triomfadors", segons l'autor.

CARÀCTER DELS BARRIS

González Ledesma, periodista durant més de 20 anys, jubilat fa una dècada a "La Vanguardia" com a redactor en cap, president del Consell de la Informació, afirma que la seva última novel.la també és la descripció d'una Barcelona que ha canviat i que Méndez ja no coneix. A l'autor tampoc el complau part d'aquesta transformació. Li desagrada que la ciutat hagi perdut "la consciència de classe", i que les reformes urbanístiques s'hagin fet en detriment del caràcter propi dels barris.
A més, González Ledesma tem que l'escenari de tantes de les seves obres, el Raval, s'acabi convertint en un gueto, "amb comunitats dividides i potser enemigues". El novel.lista diu que està convençut que les seves obres han descrit la vida d'una Barcelona "que s'ha perdut per sempre". Autor lent --"trigo quatre anys a escriure una novel.la", revela--, ara fa els últims retocs a Ceniza, el relat d'una justícia tardana que Gallimard publicarà a França l'any que ve.

Article publicat a l’Hbdo el 08/11/01 Thierry Sartoretti

Barcelone en rouge et noir

C’est une Barcelone en voie de disparition. Il n’en reste plus qu’un carré de résistants dans le quartier de Raval, ce mikado de ruelles planté dans les flancs des Ramblas. Un carré qui se refuse à la modernité, à l’hygiène, à la norme européenne. Rue En Robador, il n’est pas rare de voir tituber un unijambiste ou trôner une prostituée aussi vieille que son réverbère et plus moustachue que le défunt Caudillo. Mais cédons la plume à Francisco Gonzalez Ledesma. Il a fêté 74 ans et reste vif même si les nuits de Raval ne le voient plus passer avec un calepin. Il a grandi dans ce Barcelone d’avant le design et les sushis où il pratiqua les arts de la boxe, de la chronique et de la galanterie. Passons une entrée et grimpons un escalier pour y découvrir «une chambre qui puait la transpiration ouvrière, le cognac en carafe du tenancier de bar, la crasse de l’éboueur et la verge du commerçant. Y entraient aussi la salive des femmes, les gémissements des coïts ratés, les gouttelettes des premières règles et les espoirs de mariage emprisonnés dans un préservatif, autant de rumeurs sombres et profondes qui s’évanouissaient dans le tuyau d’écoulement.»
Si vous bénéficiez d’un estomac d’airain, bienvenue dans la Barcelone de l’inspecteur Mendez. Lui aussi est en voie de disparition: «Il avait dépassé la soixantaine et ne nourrissait à l’évidence aucun espoir de promotion: on ne l’aurait sinon pas affecté à la surveillance des vespasiennes et des rues du quartier. A ses lèvres pendait une cigarette qui avait dû s’éteindre la veille au petit déjeuner; sans doute ne l’avait-il pas ôtée pour se coucher ni même surtout pour se laver. Toutefois, curieux détail, ses poches étaient remplies de livres et on ne décelait dans son regard à demi las qu’un mélange d’ironie et de compassion qui devaient, à ses yeux, suffire pour couvrir tout le champ de l’existence.» Imaginez une sorte de Columbo au cuir durci à force de matraquer des opposants et des tireurs de bourse. Un policier parti de rien, revenu de tout, porté depuis à une certaine mansuétude à l’égard de la misère humaine et son cortège de trivialités. Il enquête, souvent pour son compte, quitte parfois son caniveau pour les beaux quartiers, arrête rarement quelqu’un et récite volontiers les pages graisseuses ou poussiéreuses d’une histoire où le saint ordre franquiste est entré au galop, cavalier maure cimeterre au poing, un jour de janvier 1939.
Polars à foison
Trouble Barcelone. Où n’œuvrent pas moins de trois détectives littéraires pour le moins atypiques. Le plus connu, le privé Pepe Carvalho, mitonné par Manuel Vasquez Montalban; un fou à la gabardine largué dans la nature par Eduardo Mendoza; le vieux Mendez enfin, apparu au lendemain de la transition démocratique sous la plume d’un Ledesma également auteur de poignantes fresques historiques au verbe plus sobre où planent les trahisons petites et grandes de la Guerre civile.
Deux traductions inédites paraissent simultanément. Le péché ou quelque chose d’approchant, son dernier polar, le plus baroque, le plus drôle, le plus désespéré aussi, enrichit une Série Noire à l’ambition renouvelée. Et Los Napoleones, paru chez son découvreur français l’atalante, conte la saga des véritables vainqueurs de 1939. «Leur histoire est celle d’une gigantesque corruption morale, mais on ne peut nier qu’ils ont développé leur pays» note Ledesma. Ces triomphateurs sont les commerçants, les entrepreneurs, le parti de l’argent, ni noir ni rouge, mais tout à ses affaires et bienheureux d’en avoir fini avec une République ouvrière où dominait le syndicat anarchiste de la CNT.
Ces vainqueurs, Francisco Gonzalez Ledesma les a côtoyés. Comme avocat, puis journaliste. En témoignent des photographies sous cadre qui le montrent même avec le roi. En témoigne aussi son goût pour la reliure et le mobilier de belle facture dans un quartier loin des rues de son enfance où les entrées des immeubles portent des noms d’études et de sociétés anonymes. Dans un français impeccable que chauffe un bel accent catalan, il avoue avoir cependant toujours écrit en castillan, la langue «du bac et de l’éducation sentimentale».
Tous vos romans, policiers ou non, semblent dédiés à un seul personnage: Barcelone.
Comme dit le poète, Barcelone, c’était clochers et cheminées. Catalogne archaïque et prolétariat. Une histoire complexe, oubliée. J’ai été le témoin de son passé républicain, puis de son martyre. Je n’ai pas la nostalgie de cette ville misérable et pouilleuse à qui les Jeux olympiques ont offert un nouveau souffle et une place en Europe. Mais j’ai la nostalgie de sa culture populaire où chacun fréquentait ses voisins qu’ils soient boutiquier ou putain. Je suis né à Poble Sec, un faubourg ouvrier sur le flanc de la colline de Montjuich. Mon père travaillait dans un entrepôt et ma mère était couturière. Le 26 janvier 1939, quand les fascistes ont pris la ville, je me trouvais sur le port avec ma mère à chercher de la nourriture dans les ruines. La famine a continué sous Franco. Des milliers de Catalans ont fui, remplacés par des milliers de crève-la-faim andalous ou galiciens vivant dans des conditions épouvantables.
Comment le fils d’ouvrier rouge a-t-il pu devenir avocat?
Grâce à ma tante de Saragosse, couturière aussi, mais chez les riches. Elle m’a placé dans un collège catholique. Une chance unique même si c’était pénible. Revenu à Barcelone, j’ai étudié le droit catalan et aligné les métiers pour payer l’université et aider ma famille. Mon père a en effet perdu son travail à 50 ans et ne possédait rien. J’ai été porteur de bagages, puis nègre pour un auteur de romans d’aventures…
A 21 ans, vous écrivez aussi votre premier roman Sombras Viejas, aussitôt récompensé par un prix international en 1948…
… et qui paraîtra en 1977, au terme de trente ans de censure franquiste. Un livre contant positivement la Barcelone républicaine était impubliable. Pareil pour mon deuxième roman «Los Napoleones» terminé en 1964 déjà. C’était décourageant. Je travaillais alors comme avocat le jour. La nuit tombée, pour arrondir les fins de mois, je livrais à l’éditeur Bruguera des westerns et des policiers sous le pseudonyme de Silver Kane. Du travail à la chaîne: trois par mois, 400 en tout. On les trouve encore dans les kiosques des Ramblas. Nombre d’Espagnols ont appris à lire avec ces bouquins de rien du tout.
Pourquoi abandonner votre métier d’avocat pour celui de journaliste?
La loi est bien écrite et pleine d’humanité. Mais au jour le jour, le métier d’avocat est loin d’être noble. Je suis devenu amer, désagréable, je ne voyais plus ma famille et j’ai divorcé. Je n’ai pas voulu achever ma vie ainsi. Le métier de rédacteur m’avait toujours plu. Gosse, j’allais humer la nuit l’odeur d’encre des rotatives. Mais sous Franco, le journalisme était une carrière et le journaliste un fonctionnaire qui n’écrivait pas la vérité. Heureusement, en 1963, une nouvelle loi de la presse, plus moderne, m’a permis d’entrer à «La Vanguardia» qui était alors le premier journal espagnol. Ce quotidien représentait la bourgeoisie catalane, plutôt tolérante tant que rien ne perturbait la marche de ses affaires. J’ai refusé d’écrire le moindre papier sur Franco pour ne pas trahir mes opinions. Cela a été accepté et le rouge que j’étais s’est mis à écrire en rubrique nationale et internationale. Je suis finalement devenu rédacteur en chef du journal.
Montalban est lui aussi journaliste et auteur de polars. Une tradition catalane?
Nous sommes nés à 500 mètres de distance. Nous venons du même milieu même s’il est d’une génération plus jeune et a été membre du PC. J’ai beaucoup de sympathie et d’admiration pour lui. Lorsque j’ai fondé clandestinement le Syndicat démocratique des journalistes, il en a fait partie. Nous voulions présenter toute nouvelle concernant la dictature de la manière la plus défavorable possible dans les limites de la censure. Il suffisait de donner une certaine tournure aux titres ou de choisir des expressions ambiguës… Un travail d’orfèvre. Son détective Pepe Carvalho est bien plus cultivé que Mendez qui n’entend rien à la cuisine fine!
Drôle de type votre Mendez. Bonne pâte, mais capable de vous en coller un sans prévenir dans l’entrejambe.
Il reflète une police espagnole passée de la dictature à la démocratie. Avocat, j’ai fréquenté les commissariats. Une expérience désagréable. Sous Franco, la police ne suivait que ses propres habitudes, rarement la loi. Mendez a de la sympathie pour les petites gens et portait des oranges aux rouges qu’il avait coffrés. En fait, ce personnage vient de quatre policiers que j’ai rencontrés. Le premier, qui travaillait à la capitainerie, a un jour oublié son pistolet chez lui. Le second a sorti sa plaque en criant «police!» et le facteur de mon quartier l’a aussitôt balancée en l’air d’un revers de la main. Le troisième utilisait des balles à blanc. Si un malfaiteur prenait la fuite, il tirait en l’air et lui lançait un caillou dans le dos. Un truc infaillible. Quant au quatrième, je l’ai rencontré en Sicile, lors d’un congrès sur la mafia. Un congrès, soit dit en passant, si tranquille que la grande organisation devait y être pour quelque chose… Comme il n’avait pas d’hôtel, j’ai proposé à ce directeur espagnol de l’école de police de partager ma chambre double. Je croyais pouvoir lui proposer mon second lit, or je ne disposais que d’un lit matrimonial. Du coup, méfiant, il n’a pas fermé l’œil et nous avons bavardé du métier toute la nuit.

Links

http://www.mauvaisgenres.com/francisco_gonzales_ledesma.htm

Francisco González Ledesma. Crítica

http://perso.wanadoo.fr/nouvelles/critiques/Ledesma.htm

Francisco González Ledesma

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